Durante un cierto periodo de tiempo, que podemos enmarcar de forma aproximada entre los años 2007-2013, es decir durante la Gran Recesión, aparecieron no pocas publicaciones en las que se hacía repaso a diferentes listados de empresas concretas con el fin de verificar la existencia de elementos comunes que las hacía exitosas frente a la gran mortandad circundante.
Una conclusión bastante generalizada en esos momentos era segmentar a las empresas exitosas en base a perspectivas o criterios:
Innovación.
Dirección de Personas.
Estrategia.
Mercado.
Dirección financiera.
de forma que constataba que estos criterios eran fundamentales en aquellas empresas que sobrevivían.
Centrándonos en el campo de la innovación, el planteamiento que subyace es el de optimizarla, ya que se parte de la certeza de que en una situación de mercado en que las estrategias clave son la diferenciación frente a los competidores, diversificación de la cartera de productos y la expansión a nuevos mercados, la innovación es un factor crítico en el proceso de desarrollo corporativo.
Pero la realidad operativa, vista desde la perspectiva actual, nos lleva a plantearnos las siguientes preguntas:
¿Se innova de forma fragmentada y parcial o de forma integrada y continua?
¿Existen una estrategia y procesos claros de gestión de la innovación?
¿Cuál es el impacto global del proceso de innovación en el crecimiento corporativo?
El trabajo de campo en innovación a lo largo de estos años, para poder comparar con aquel periodo, nos lleva a identificar claramente aquellas empresas que muestran su compromiso con la innovación mediante una dedicación de recursos a tiempo completo a tal fin (no inferior al 3-5% de la facturación) así como, de las restantes, muchas ya están trabajando en ello. Este tema es tanto más claramente identificable en empresas más grandes y en sectores intensivos en conocimiento.
El objetivo de dicho esfuerzo es, principalmente:
La mejora del posicionamiento
Identificación de nuevas perspectivas de mercado
Así pues, la Innovación es la palanca para relanzar las estrategias clave:
Diferenciación frente a competidores
Diversificar la cartera de productos
Expansión a nuevos mercados
En todos los casos se reconoce que la Innovación es un proceso en fase aún de desarrollo y donde mayoritariamente la colaboración de asesores externos es positivamente valorada por una amplia mayoría de las 54 empresas.
Actualmente existe amplio consenso en que el próspero futuro de las empresas se tendría que apoyar en cinco pilares básicos:
Una Estrategia coherente
Una buena implantación en el mercado
Una sólida posición financiera
Una atención prioritaria a las personas
Un proceso de Innovación consolidado
A partir del aforismo de Schumpeter, que explicó los fundamentos de la empresa como un proceso de destrucción creativa, el éxito consistirá en saber salir de aquellas áreas del negocio que van entrando en la marginalidad y acceder a áreas nuevas, con potencial, gracias a un PROCESO DE INNOVACIÓN. Las empresas que han sostenido largos periodos de crecimiento rentable a lo largo de la historia han sido capaces de reinventarse a sí mismas un gran número de veces. Su esfuerzo innovador se ha orientado fuertemente hacia el producto, en algunos momentos, o hacia los mercados en otros, o hacia los procesos industriales o en el área financiera. En la actualidad, diremos que incluso en el modelo del propio negocio. Pero siempre es posible detectar un equilibrio de Innovación renovando el conjunto de la actividad de la compañía.
Lo importante es conseguir un buen balance entre los 5 criterios. En algunos casos, un criterio compensa otros y en otros casos existe una buena situación de los cinco. No podemos pensar que el criterio innovación por sí sólo es la base del éxito empresarial y garantía de futuro estable. Se trata, eso sí, de una condición necesaria, muy necesaria, pero no suficiente, ya que requiere equilibrio con las otras cuatro dimensiones.