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Que la innovación implica riesgo parece una frase hecha pero conviene desmenuzarla para sacar provecho de la misma. Tanto la literatura como la realidad experimental que observamos a nuestro alrededor está llena de ejemplos de empresas y sus productos o servicios innovadores exitosos. Pero no es menos cierto que son muchos más los que fracasan y que nunca llegamos a conocer. Cualquier proyecto de innovación puede resultar un fracaso o un éxito, pero es habitual que el éxito sea posterior a diferentes fracasos previos del mismo proyecto. Es difícil asegurar un hilo conductor directo desde la idea al resultado exitoso. La innovación implica riesgo. Dado que el riesgo es consustancial a la innovación (generar algo que no existe) nos conduce a considerar el riesgo como algo atractivo. Por otra parte el tratar de conseguir el "riesgo cero" nos puede conducir a la inacción. Pero entre la aventura del riesgo despreocupado y la inacción asociada al no riesgo cabe un mundo de posibilidades. Es fundamental reconocer el riesgo, los riesgos del propio proceso, tratar de identificarlos e iniciar un proceso de generación de ideas para resolverlos (minimizarlos). Este propio proceso (reconocerlos y generar ideas para resolverlos) encierra enormes posibilidades de creatividad y mejora del propio proceso. La fase de desarrollo de nuevo producto puede ser el banco de pruebas en que esta relación se da más comúnmente y de la que se pueden sacar enseñanzas sobre la relación del propio riesgo con la realidad creativa. Afrontar los riesgos en la fase de generación de nuevo producto:

  • Los riesgos pueden ser contemplados como elementos dinámicos, como una variable propia del desarrollo de nuevo producto.
  • Ello implica un ciclo de identificarlos, analizarlos, tratar de minimizarlos y ver resultado conseguido y volver a iterar.
  • Ello obliga a tener un retorno de la aceptación (mejor sería decir "no aceptación") y las causas y poder iterar.
  • Es necesaria la conexión diseñador nuevo producto y cliente para lograr dicho ciclo.
  • Para ello se hace imprescindible que el cliente conozca, de alguna forma, la oferta de nuevo producto.
  • Nace el prototipo como respuesta para testar al cliente. El prototipo es el vehículo de conexión entre ambos y el que permite trabajar el círculo durante la generación de nuevo producto.
  • Pero la conexión y su vehículo tienen que funcionar muy rápidos, producir el máximo de contactos.
  • Se puede argumentar que los recursos económicos serán una limitación insalvable.
  • La falta de recursos o los recursos limitados serán, a su vez, una nueva fuente de creatividad en dicha relación.

Un proceso como el anterior nos puede ayudar a gestionar los riesgos y sacar el máximo partido de los mismos. Se trata, en definitiva, de incluirlos en el propio proceso creativo. De considerar el riesgo como una variable más y gestionarlo en forma creativa para asegurar al máximo el éxito. ¿Cómo gestionas los riesgos en tu proceso de innovación? ¿Asocias prototipos a riesgos identificados? ¿Cómo interaccionas con el cliente de cara a la generación de nuevo producto?

Comentarios

  • Mié, 30/11/2016 - 08:42 responder
    Lógicamente siempre serán ajenas, salvo que hagamos una reconsideración y propongamos un cambio. Un saludo

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