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Un proyecto, idea o modelo de negocio es innovador hasta que deja de serlo porque se asume por el mercado como algo normalizado y superado con el tiempo, porque se imita y aparece más competencia, se sobrepasa…

Ello es especialmente importante cuando, como sucede en muchas ocasiones, la innovación se apoya fundamentalmente o en exclusiva en un nuevo producto/servicio. ¿Qué pasa cuando dicho producto ya se sobrepasa, es imitado por doquier y a precios bajos…?

Así es, el camino de la innovación es un círculo “sinfín” que parece no terminar nunca y que obliga a estar constantemente en vanguardia pensando y desarrollando nuevas ideas con las que seguir avanzando para no verse sobrepasado o para simplemente mantenerse.

¿Qué señales tenemos que tener presentes?

¿Qué alarmas tenemos que activar para saber que nuestro proyecto ya toca techo o está en declive?

Lo podemos asociar al concepto RIESGOS asociados al progreso de nuestra idea.

Así pues ¿Qué riesgos tenemos que evaluar en la vida de nuestra idea o proyecto innovador?

Los podemos clasificar en dos apartados:

  • Riesgos internos. Mirando hacia dentro de la organización.
  • Riesgos externos o de interface con el exterior.
  1. Internos:
    1. Asociados a la gestión interna: Conforme hemos consolidado la idea, la hemos lanzado al mercado y puesto en marcha es muy posible que la organización haya cambiado desde el equipo inicial entusiasta hasta una organización en la que se tenga que estructurar toda la actividad. Hay crecimiento del equipo, adaptación a nuevos trabajos no tan creativos y de mayor carga de gestión, nuevas relaciones personales…
    2. Asociados a la gestión comercial: La idea inicial parecía que se tenía que vender sola pero ello no siempre es así, casi nunca es así, y hay que iniciar una actividad comercial que suele ser muy ingrata para los que generaron la idea. Es más ilusionante y creativo “crear algo” que no tener que ir a venderlo, a convencer a otros de algo que para el creador es obvio. Pero hay que hacerlo…
    3. Desvíos presupuestarios: Cuando se pasa a la línea de producción aparecen con toda su crudeza los posibles inconvenientes que requieren más trabajo añadido, casi siempre inversión adicional, afloran desvíos en los costes, se necesita apoyo tecnológico no previsto, etc. Todo ello aparece como un engorro, como algo molesto por no previsto y porque no se asocia con la idea ya comprobada como exitosa. Pero aparecen estos problemas y hay que resolverlos…
  2. Externos:
    1. Mercado: El mercado se presenta con toda su crudeza y puede ser que se requiera un cambio de foco, un reposicionamiento a la vista de los resultados que se van consiguiendo. Ello puede afectar a la propia idea en su interface con el usuario y que requiera un rediseño, actualización o simplemente acomodarla. No era lo previsto pero tenemos que hacerlo más pronto a tarde…
    2. Optimizar procesos: Habrá que reconsiderar los costes ya que el mercado demandará mejores precios como consecuencia de aparición de alternativas o de la competencia con otros productos que quieran cubrir dicho espacio. Nuestro producto/servicio es “el mejor” y “cuesta lo que cuesta”… pero podemos morir de vanidad si no nos ponemos en línea de mercado…
    3. Mejorar la rentabilidad: Bien sea porque no alcanzamos las mínimas ventas previstas (ver apartados anteriores interno y externo) o porque los márgenes no están siendo los previstos (ver apartados anteriores interno y externo), todo lo cual nos puede llevar a reconsiderar toda la idea de negocio…

Todos estos RIESGOS están presentes en cualquier modelo de negocio pero son especialmente importantes en los negocios innovadores donde se parte de un producto/servicio único inicialmente innovador.

Puede ser que lo resolvamos, puede ser que fracasemos o puede ser que otros vengan que nos lo hagan triunfar…una vez comprado.

Es por ello que conviene aplicar un Análisis de Riesgos a nuestra idea innovadora cuando estamos en la fase de puesta en marcha, un análisis que se vaya actualizando constantemente ante la presencia de cualquiera de las anteriores alarmas.

¿Cómo hacerlo?

Aplicando Análisis de Riesgos asociados a la idea y la actividad que la desarrolla.

Para ello podemos aplicar la Norma ISO 27001 y hacerlo en la forma sencilla que se requiere en el caso que nos ocupa y que se viene aplicando en la nueva versión de la Norma ISO 9001.

Con el fin de ayudar en este apartado puede servir un esquema como el siguiente:

Se trata, en definitiva, de identificar los Riesgos asociados a cada una de las actividades. Ello obliga a señalar el máximo de actividades susceptibles de presentar riesgos, incluso se pueden anotar de forma secuencial o, en otros casos, ordenadas por criterio de importancia.

Cada Riesgo presenta una Probabilidad de ocurrencia y, caso de presentarse, una Gravedad sobre nuestras expectativas o resultados. Una forma de valorar para ponderar los riesgos es la de multiplicar ambos factores y marcarse un umbral por encima del cual el riesgo tiene que tener asociado un plan de contingencia para verificar que se rebaja su gravedad o probabilidad de ocurrencia.

Un ejercicio sencillo de este tipo (que se puede perfeccionar ampliamente aplicando los criterios de las mencionadas normas) puede avanzarnos posibles sorpresas con las que nos podemos encontrar y, caso de que se produzcan, como afrontarlas sin olvidar que se trata de un mecanismo básicamente preventivo en el que se abordan planes para disminuir el riesgo.

Este mecanismo nos puede ayudar a resolver la pregunta inicial para conseguir dos líneas de trabajo:

  • Mantener en el tiempo la idea eliminando los riesgos que puedan aparecer.
  • Generar nuevas ideas para poder suplir la anterior con el tiempo.

En cualquier caso la respuesta será “no pararse”.

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