La sorpresa en innovación tiene un nombre extraño, serendipia o todo descubrimiento sorpresivo, afortunado e inesperado que se ha realizado accidentalmente.
En el libro “Innovación, innovadores y empresa innovadora” hago referencia a estos tres conceptos que, en ocasiones, podrían confundirse. Para ello tomo de Salvador Aragón (Director General de Innovación-IE Busines School) un artículo publicado en el diario Las Provincias, muy clarificador, sobre la diferencia entre Innovación y oros conceptos en ocasiones confundidos como es el caso de la Invención o el más aureolar de la Serendipia o “casualidad” La invención supone tan solo la aparición de una nueva idea, mientras que la innovación implica su reconocimiento por el mercado. Un ejemplo clásico de esta diferencia se encuentra en la bombilla eléctrica. La afirmación de que Edison inventó la bombilla incandescente no es cierta. La bombilla incandescente fue inventada por Warren de la Rue en 1840. Sin embargo fue Edison quien identificó los factores clave para su éxito en el mercado: duración y coste. Tras dos años de investigación centrada en la mejora de dichos factores, Edison lanzó al mercado la primera lámpara exitosa. Era el año 1880 y la invención había precedido en 40 años a la innovación. La investigación desarrollada en las escuelas de negocio y universidades destaca tres aspectos para el éxito comercial de una idea innovadora:
- La facilidad en el acceso a dicha innovación.
- El valor de dicha innovación en relación con otras competidoras.
- La adecuación al contexto de uso.
La sorpresa en innovación tiene un nombre extraño, serendipia o todo descubrimiento sorpresivo, afortunado e inesperado que se ha realizado accidentalmente. Uno de los casos más claros de serendipia fue el descubrimiento de América por Colón. Buscando las Indias encontró, por sorpresa, un nuevo continente. Uniendo serendipia e innovación parece clara la relación entre la satisfacción generada por un producto o servicio innovador con las funcionalidades o utilidades inesperadas que ofrece. A esta relación se le ha dado el nombre de curva de la serendipia:
- El nivel mínimo de novedad se corresponde con un producto o servicio ya conocido que puede ser calificado como “estable pero aburrido”.
- Al ir incrementando el grado de novedad el producto o servicio va siendo percibido con un mayor grado de “frescura” hasta llegar al óptimo de “es justo lo que necesitaba”.
- A partir de este óptimo la novedad comienza a tornar en la confusión de “esto me desborda”, llegando en el peor de los casos a un producto o servicio que es percibido como absolutamente inútil.
Esta necesidad de ser sorprendido es algo consubstancial al ser humano, y ofrece un elemento de diferenciación que apoya decididamente a las innovaciones.
Comentarios
- Lun, 06/02/2017 - 01:24— responderMe interesa para adquirir conicimiento
- Mar, 07/02/2017 - 08:40— responderGracias Magie por comentar
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